lunes, 26 de noviembre de 2012

Heraclio Bernal en la literatura sinaloense

Y ya con ésta me despido

Polvo y sequedad. Nubes de tierra a lo lejos y golpes definitivos sobre la llanura desolada. Cascos de caballos. Vienen desde el horizonte, muy lejos, hacia mí.
Cubro mi cuerpo con el sarape. En mi bolsa, dos cartuchos. Un viejo Winchester es algo, aunque el hierro con los años se vuelve óxido, se desgasta y aniquila. Sudor nace de mi frente y el sombrero lo percibe.
El sol es el amo del firmamento. Las nubes de polvo siguen llegando hacia mí. En realidad, yo bien lo sé, vienen por mí.
    Hasta que te vimos, Faustino.
Pasividad. Las siete figuras se detienen; ya no son nubes del polvo, ni cascos de caballos, ni tampoco lejanía. Siete estatuas ecuestres, inexpresivas, llenas de resoplidos, inmovilidad.
Hablo entonces. ¿Qué otra cosa puedo hacer?
    No pienso seguir mi camino. Yo soy parte del suyo.
Los siete jinetes no responden. Permanecen callados. El viento del desierto canta, lleva sus partículas hacia mí, hiere mis ojos y mi cobardía.
    Siempre supimos que así era. No te preocupes, estas cosas las hacemos con mucho cuidado.
    Sólo les pido que sean certeros. No me gusta nada a medias.
    Ya sabemos que lo que haces nunca queda a medias. Nosotros vamos a darte esa misma consideración. Quizá la mereces. Hay que prepararse.
Movimiento. Círculos de polvo sobre mí. Arrojo el fusil que ya de nada me sirve. En el cielo amarillento hay cobre derretido, mediodía, fuego y zopilotes en su danza. La sequedad agobia mi garganta como si fuera una serpiente.
    Bueno: que sea para tu bien.
    Ya estará de Dios.
¿Estampido?, sólo la arena en mi espalda, el universo entero la golpea y ya no la suelta. La llamarada de luz viene a ser parte de mis ojos. Corre el viento, olor a pólvora.
    Ai nos vemos.
Soledad y quietud. El plomo es un buen compañero. En mi pecho surge el cárdeno manantial que puse en varios hombres, el último de los cuales, después de muerto, manda a sus esbirros para vengarse. Caray, si tuviera medio trago de mezcal. Toda una fiesta. Mejor cierro mi mirada. Los siete jinetes se alejan con rapidez.
    ¡Aquí está Heraclio Bernal!
Suspiro. ¿Qué otra cosa puedo hacer? La sed es bienvenida. Quisiera ser un cacto, arena o ceniza pisoteada: en eso me convertiré. Soy y fui como lo que hice. La agonía puede ser placentera bajo el sol. Las botas me oprimen. Venganza es una palabra con sabor a cumplimiento.
Se alejan. Nubes de polvo e íjares en penitencia.
Diez mil pesos es una buena suma.